27.12.06

Calle melancolía


Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis a dónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el númeor siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse,
soy esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
Vivo en el númeor siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Joaquín Sabina

22.12.06

Un mimo de nuestro vecino poeta

A Lorena, Laura y Celeste:
la quinta pata de la mesa,
la quinta pata de algún gato,
aunque no se haga ningún trato
lo mismo la Naturaleza
le pone fin al celibato
o a la comida de una alteza.

Hay una sola moraleja:
se toma Terma o se la deja.
(lo mismo la Naturaleza
en esta calle Lavalleja
les dice: "Muy feliz provecho
aunque todo esté mal hecho.)

Julio Requena

12.12.06

¿Te gustaría comprar arte?


"Mercado, un paraíso abierto a todo el mundo, un mundo de tentaciones honestas, deliciosas , siempre renovadas y a menudo sorprendentes... algo así como la vida."

Como en todo mercado, en éste hay de todo: talento, creatividad, energía, magia. Obras minúsculas, otras no tanto, obras de pequeño y mediano formato. Pintura, escultura, dibujo, fotografía, objetos, cerámica, resina, orfebrería. Instalaciones, intervenciones teatrales, música en vivo, gastronomía.

más info en: www.mercadonegrodearte.blogspot.com

3.10.06

Atentado contra la burguesía

Internacional - 29.09.2006 - 20:02
El Frente de Liberación de los Enanos de Jardín atacó una vez más en el centro de Francia.


La organización, que secuestra los clásicos gnomos de yeso para liberarlos de "los jardincitos de las clases altas", depositó casi un centenar de réplicas en el patio de un colegio. La policía confirmó que, por el modus operandi, se trató de una nueva ofensiva de la agrupación. Las estatuas fueron secuestradas en los jardines de Francia por un comando.

El patio del colegio Ventadour, en Limoges, al centro de Francia, apareció el martes con casi noventa enanos de jardín apostados en su predio. La policía local informó que la escena se trata de una nueva acción del Frente de Liberación de los Enanos de Jardín (FLEJ), organización que se adjudicó el singular atentado.

Las pequeñas estatuas, 86 en total, fueron secuestradas de varios jardines de esa localidad y también otras comunidades vecinas, por los miembros del Frente. La organización reivindicó su acción en una carta depositada junto a las estatuas donde figura también las direcciones de las cuales fueron capturadas.

De esta manera, los miembros de la peculiar organización permitirán a los dueños de los enanos reclamarlos en la comisaría de Limoges. El FLEJ ya se adjudicó otros atentados de estas características. Se trata de una organización que lucha por la liberación de los enanos de jardín, a los que –argumentan– se priva de la libertad para adornar “los jardincitos de las clases altas, de personas que han copiado el modo de vida europeo y la forma de adornar el jardín con esa reprobable acción de colocar enanos, de igual manera copiamos nosotros la idea de liberar a nuestros amigos: los enanos de jardín”.

14.9.06

RR con RR

RR con RR guitarra
RR con RR carril
que rápido ruedan
las ruedas del ferrocarril.

5.9.06

EL MATE QUE TOMAMOS JUNTOS


De Lalo Mir

El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.

Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es hola" y la segunda "¿unos mates?". Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.

Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.

Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos".

Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.

La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.

Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores... Es la solidaridad de bancar esos! mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!". Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?". Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

1.9.06

Siguiendo un par de babuches amarillos


La primera sensación al bajar del avión fue estar en algún país latinoamericano, el aire era cálido, seco, el sol estaba en el cenit, yo estaba ansiosa. En el hall del aeropuerto me gustó el espectáculo: techos tallados en madera, paredes recubiertas de cerámica, retratos del rey Mohamed VI, beréberes que iban, árabes que volvían, mujeres con velo, mujeres con escotes; europeos apurados, negros coloridos; lágrimas, recibimientos, cuatro besos para cada uno...

Me bajé del taxi e ingresé a un cuento de “Las mil y una noches”. Llegué a un gran hall en penumbras. A los lados, grandes tapices colgados de los muros, alfombras de diferentes tamaños, colores y texturas, apiladas o bien enrolladas en los rincones. Un hombre moreno se acercó y me habló en árabe, le respondí en francés que tenía una reserva; se marchó y volvió con una gran llave. La luz se colaba tímidamente por los vitreaux superiores, caminamos tranquilamente hacia el fondo del salón, y atravesamos un verdadero laberinto no apto para novatos; tuvimos que enroscarnos en estrechas escaleras, recorrer pasillos y cargados salones, volver a subir escaleras; pero finalmente al llegar a mi habitación quedé fascinada por el trabajo de los mejores artesanos del mundo: los marroquíes.

Traspasé la puerta y empecé a caminar por apretados pasajes, entre el gentío que se agolpa, que se mueve, que hace latir la vida al interior de la medina más antigua del mundo musulmán, la de Fez. Curioseando, con ojos gigantes que no alcanzan a asimilar todo; uno se pregunta cómo hacen para convivir 35.000 personas en un espacio tan reducido. Los recovecos invitan, las puertas seducen, los zocos ostentan; el escenario es voluptuoso, con olores intensos, con gente intensa que grita, canta, negocia... vive. Y hay que ir atento, a los burros cargados que te rozan porque no hay espacio suficiente para ambos, a los hombres con fardos más grandes que ellos mismos. Atento a no perder el rumbo, perderse uno, perderse los detalles, los instantes, los rostros; porque a pesar de que ese lugar lleva ahí cientos de años, cada expresión, cada paso que se da en el interior de ese universo fuera del tiempo, es efímero.

Como hipnotizada, me encontré siguiendo a un par de babuches amarillos bajo una túnica blanca. El sol del mediodía me obligaba a fruncir el seño. El aire cambió y empecé a sentir el sonido del viento. Lo seguí por un sendero con aroma a campo entre árboles de argán. De pronto se sintió un violín, luego un tambor que lo acompañaba, una pandereta y más tambores y más violines... Alguien empezó a cantar, era una voz masculina, todos le respondieron. El ritmo era atrapante, eran todos hombres sentados en ronda, como abstraídos en otro mundo. El repique de los tambores era cada vez más intenso, algunos se pararon y empezaron a bailar tomados de las manos, uno al lado del otro, balanceándose mientras cantaban. Me saqué las sandalias y me inserté en su cosmos, me tomaron de las manos y también bailé. En ese momento Alá estaba entre nosotros, también bailando, porque todos lo invocaban, porque era una fiesta en su honor, porque era el inicio del verano y había que festejarlo. Seguíamos balanceándonos de un lado a otro, luego los tambores cesaron y nos quedamos con una energía en las manos capaz de mover el mundo. Me calcé nuevamente y con el espíritu contento busqué un lugar en las alfombras que cubrían el pasto y me senté entre robustos almohadones.

Una mano se me acercó ofreciéndome un vaso de té a la menta, levanté la vista y lo vi; me llamaron poderosamente la atención sus ojos negros penetrantes entre pestañas larguísimas y arqueadas. Acepté el vaso y se sentó a mi lado diciendo “Soy Abderrafi, encantado”. Le sonreí y empezamos a charlar; era productor de vino gris. “¿Vino gris?”, le pregunté. “Sí es el único lugar en el mundo donde se produce, es entre un blanco y un rosado”, me dijo “te va a encantar, tenés que probarlo”. Era el comienzo del atardecer, la luz se volvía naranja y el aire más fresco, me sentía relajada y me dormí.

Desperté en un acogedor carro tirado a caballo, Abderrafi venía sentado al frente, no sé cuanto tiempo pasó ni en que momento llegamos a Marrakech. El carro se detuvo en la plaza Bahr el Fna, bajé y él me siguió. La gente pululaba entre encantadores de serpientes, adivinas, monos danzarines y carros de comida. Una mujer totalmente cubierta se me acercó y me ofreció un tatuaje en henna, sólo se le veían los ojos cuidadosamente pintados con khol que le daban un halo de misterio. Su mirada me había dejado perpleja, cuántos secretos guardaría, cuánto sabría de la vida... un escalofrío me recorrió la espalda. Busqué a Rafi entre la gente, lo vi en la entrada del mercado, caminé hacia él, “tengo hambre”, le dije. Me tomó de la mano e ingresamos. Pasaba de una sensación a otra, los colores me atrapaban, los olores condensados en la penumbra de los zocos me hechizaban, yo iba fascinada tratando de adivinar como era la vida de esas personas. Rafi se movía con la destreza de quien pasó toda su vida en ese entorno, yo quería entrar y ver, charlar, negociar y partir de nuevo. “¿Cuánto cuesta esa chicha? Mmm... No sé... es mucho ¿Qué cuánto quiero pagar por ella? Setenta dirhams máximo. ¿Cien? Es demasiado, gracias. Setenta y cinco. ¿Noventa? Sigue siendo demasiado, no hay trato, shokran”. El humo no dejaba ver adentro pero me dijo que confiara, que era el lugar donde se comía el mejor cous-cous del lugar, además era viernes y los viernes se come cous-cous. Una mujer transpirada y con un delantal con manchas trajo con esfuerzo una fuente como para que comieran diez personas. Yo no podía creer que fuera sólo para nosotros dos. Habían huevos, zapallo, zanahorias, ciruelas, papa, repollo, almendras, batatas, carne de cordero; todo en el centro del volcán que formaba el amarillo cous-cous. Abderrafí tomó un poco con la mano y lo empezó a amasar sobre la palma con movimientos circulares de los dedos hasta que formó una bola y me la dio en la boca dándole un suave empujoncito con el pulgar. Fue un momento totalmente surrealista, todos comían esta delicia en las mesas aledañas y todos los hacían de la misma forma.

Amaneció, estoy atravesando el Gran Atlas por caminos serpenteantes, caseríos, rebaños de ovejas y un aire fresco que me permitía volver a respirar después del calor intenso de Marrakech. El auto avanzaba lentamente, Rafi iba adelante junto al chofer, yo iba sentada atrás junto a dos campesinos; atravesamos una curva y el panorama cambió de verde exuberante a rojo desértico. La vegetación desapareció y el aire se volvió más tibio. El auto se detuvo al lado de un caserío que pendía del barranco. “Acá comemos”, dijo el chofer. Tres cabritos colgaban de un gancho, un hombre sombrío descolgó uno y lo trozó con un hacha para luego pesarlo y ponerlo en las brasas. Llovía a cántaros, se respiraba ese olor típico a tierra húmeda mezclado con el olor que salía de la pequeña parrilla. La vida en estos lugares pasa como si el tiempo no contara, todo trascurre a una velocidad diferente a la acostumbrada por nosotros. Seguía lloviendo y las pocas personas que lo presenciaban lo hacían sin prisas. De pronto sonó el llamado a la oración, tan fuerte que seguramente se escuchaba a muchos kilómetros a la redonda; sin embargo nadie se inmutó. Sólo uno de los campesinos interrumpió su comida, trajo del auto una alfombra pequeña que dirigió hacia la meca bajo la lluvia; luego empezó a orar ante mi mirada curiosa.

La lluvia no cesaba, el chofer nos miró y nos dijo que así no iba a seguir y que se quedaba ahí. Saqué mi mochila del baúl del auto y Rafi me imitó. Caminamos bajo la lluvia casi una hora hasta que paró y el sol salió con fuerza. Andando con la vista perdida en el infinito sólo se percibe un interminable lienzo rojo; pero al hacer foco de repente descubrí un universo escondido, camuflado en la montaña. Eran grupos de casitas de adobe color punzó en las laderas que se escondían de las miradas intrusas, yo no podía creer que allí viviera gente. Nos acercamos, un hombre muy delgado estaba sentado sobre una piedra junto a cuatro camellos. Cinco minutos más tarde yo estaba subiéndome a uno por primera vez en mi vida. Fue una experiencia harto bizarra porque para pararse primero se va para adelante, luego para atrás y después recién se estabiliza; así que es mejor agarrase bien.

Con un andar amortiguado y con una panorámica de película me dejé cautivar por un desierto vasto, desolador ¡el Sahara! En esa inmensidad tenía una sensación de insignificancia absoluta. Perdiendo la mirada en el infinito era fácil visualizar las caravanas de nómades atravesándolo, avanzando lentamente bajo el sol ardiente. De pronto Rafi me grita “¡Un oasis!”, era un manchón verde exuberante en el medio de la nada. El camello empezó a correr en esa dirección pero de pronto, se levantó una tormenta de arena, el horizonte se perdió en una cortina amarilla y ya no era posible ver el oasis. Al instante la arena me envolvió, empecé a ahogarme, no podía respirar y me caí.

Desperté de golpe, ¡en el avión! Estaba confundida, ¿sólo había sido un sueño?

29.8.06

Domingo en Purmamarca


¿Cuándo te das cuenta de que llegaste a la puna?
Cuando bajás y sentís el viento frío y seco, con gusto a tierra rosa y con olor árido.
Cuando el sol implacable te obliga a fruncir el ceño y las partículas de polvo suspendidas en la atmósfera te obligan a cerrar los ojos en cada ráfaga de viento.
Cuando respirás profundo y sentís que el aire que entra es el más puro que te acordás.
Cuando caminas despacito, arrastrando un poco los pies, por calles angostas de casas chatas de adobe bajo el cielo absolutamente azul.
Cuando de pronto te invaden los colores de los puestos de la plaza, y sentis la diferencia entre la lana de llama y la de oveja.
Cuando ves cerros de todos los colores imaginables, superpuestos, imponentes.
Cuando comés empanadas de queso y después picante de pollo y después quesillo con cayote, y no seguís porque ya no podés.

27.7.06

¿Hará falta terapia?


- ¿Te psicoanalizas?
- no, hasta ahora nunca hice terapia, de la profesional digo.
- ¿quizás algún día...?
- me da curiosidad de ir a ver que onda, pero no se si es cuestión de andar regalando el dinero sólo por ver que onda, no te parece?
- mmm... además con la terapia siempre hay riesgo... ¿y si te abren el bocho y se te vuelan los pájaros?
- ¿yo tendré pájaros?
- ¿mariposas?
- ¿las mariposas no viven en la panza?
- será...
- ¿Y si me abren el bocho y sólo sale humito?¡que decepción! Uno esperando las mariposas, los pájaros, el arco iris... ¿y? ¿¡¡¡Humo!!!?
- Incienso
- Encima con olor a iglesia
- Podría ser peor...
- Entonces mirás al terapeuta y les decís: “¿nada?” y te dice... “esperá que me fijo, capaz que no se animan a salir”, y mira y te dice “no che... vacío!”
- y si fumiga? para que salgan...
- ya miró está vacío
- lo bueno es que podes llenarlo después
- optimista! bueno, me encanto la idea.
- siempre hay lugar para poner algo
- ¿entra todo lo que uno quiere?
- si se quiere se puede
- bien entonces.... como me hubiera gustado que haya mariposas, pondría un par, una de color fucsia y otra azul...
- habría que empezar por los colores, olores y música que gusta
- bien, necesito verde, porque en otra vida fui lechuga
- lo tapizas de verde
- no está mal, porque además el verde tiene propiedades relajantes y entonces tendría una cabeza relajada que está bueno
- no la tenés ahora?
- a veces sí a veces no
- piensa demasiado...
- la mayoría del tiempo labura, sueña, analiza, pero también crea, idealiza, se pelea...
- ¡vive! it's alive!!!!
- ¡qué bueno saberlo!
- ¿seguimos, te ayudo?
- dale, le pondría un remolino, de esos que soplas y giran
- yo le pondría una ventana para poder ver hacia afuera cuando el paisaje lo merece
- pero sería como la ventana del ático porque es más linda
- por supuesto
- con vitraux que funcionan como caleidoscopios, cambiando de colores constantemente
- me encantan los caleidoscopios
- me encantan los vitraux
- a mí también, que más...
- pondría un llamador de ángeles de caña, me gusta como suenan
- uhhhh buenísimo, yo tenia uno... che podría pasar un arroyito en una de las esquinas, porque es lindo el sonido del agua
- bueno, con agua clarita y fresca para que cuando se caliente el bocho pueda mojar las patitas
- y si es posible hacia los costados plantitas de fresias
- y tulipanes y margaritas y calas?
- si, muchas flores
- y que de noche se puedan ver la estrellas como se ven en el norte y que se vean pasar estrellas fugaces y se pueda pedir deseos
- sé que la capota esta tomando un tono bizarro, pero me gustaría que llueva de vez en cuando porque me gusta el olor cuando llueve
- y ver llover desde la ventana, muy cómodamente en un sillón blandito y protegedor
- sí sí, que tenga una mantita por si refresca
- relajarse, cerrar los ojos y quedarse dormido...
- y soñar cosas lindas
- despertarte con caricias
- ¿de mariposas?
- ¡claro! la de color fucsia

30.6.06

De museo en museo


Berlin, viernes 30 de junio 2006
La semana fue destinada a conocer berlin, asi que nos la pasamos de museo en museo y de lugar recomendado en lugar recomendado hasta agotar las energias. Tuvimos un poco de holocausto, un poco de arte clásico, otro poco de contemporáneo, un montón de consagrados como Picasso, Klee, Matisse, un montón de ruinas griegas, romanas, egipcias, babilonias, que uno no deberia en principio poder ver acá.... pero que, tratando de dejar las ideologías de lado, disfruté enormemente.
Hoy es el partido argentina-alemania acá en berlin uhhhhh!!!! asi que desde ya estoy con mi camisetita puesta y voy a ver la forma de llegar al camion de quilmes como para sentirme un poco más contenida, que momento!

A los lados del muro


Berlin, lunes 26 de junio 2006

Fuimos a lo que queda del muro de Berlin. Caminando a lo largo de la pared trataba de imaginarme como era la vida a ambos lados. Si miras para arriba no resulta tan alto, por eso me imagino que todas esas personas que intentaron pasar no sentían que era tan imposible. De solo pensar que fueron 30 anos de aislamiento me pone la piel de gallina, porque seguramente yo atrapada en ese lugar hubiera estadao todo el tiempo mirando hacia afuera, tratando de salir, pensando en todo lo que me estaba perdiendo.

Y cuando cruzas el puente (ex puesto fronterizo yanqui) y empezas a caminar al interior de la otra ciudad, realmente se nota la diferencia que hay entre berlin este y oeste. Mucho más antigua, un poco más gris, llena de negocios turcos, de gente que habla en turco sentada en la vereda, pero igualmente pintoresco y con esa onda de que hay gente comun que vive ahi, que suena con tener una vida mejor lejos de casa, o mejor dicho en su nueva casa.

27.6.06

Remen! Remen!


Berlin, domingo 25 de junio 2006
Desayuno dominguero, con ensalada de frutas, cara de sueno, té traído de la china literalmente y mermelada de frambuesas.

Karin vino a buscarnos, la propuesta? ir al club, tomar un bote (de esos que hay que remar sincronizados, vio?) y remar hasta la isla del frente, sacarse las zapas, nadar un rato, tomar solcito y volver, obviamente, remando. Mi primera experiencia remadora finalmente no fue tan catastrofica y aunque hubo más de una perdida de ritmo y de remo, finalmente llegamos a destino. La tarde fue espectacular. Volvimos con el tiempo justo para banarnos rapidamente e irnos a un casorio. Se casaban unos jovenes de unos 50 pirulos, comimos como desaforados, bailamos musica archi moderna y con los pies como empanadas nos volvimos.

26.6.06

En el pais del mundial


Berlin, domingo 25 de junio 2006
Que ciudad! como para enamorarse, quedarse y disfrutarla. Berlin me parece alucinante, amplia, moderna, luminosa, verde. Ya desde el avion nos llamo la atencion la cantidad de bosques que se veian dentro de la ciudad y en las afueras. Todo tiene un aire relajado, la gente es servicial al extremo, cosa que en absoluto nos imaginabamos y casi todo el mundo habla ingles, asi que por suerte nos hacemos entender.

Luego de algunos problemas de ubicacion finalmente logramos llegar a la estacion en que nos esperaba Robert. Obvio que no es porque yo sea despistada y salga siempre para el otro lado. El depto de nuestro amigo es muy de arquitecto, con una luz puesta en cada detalle a resaltar, plagado de objetos cool de viajes, muebles de diseno y todas esas cosas que nos gustan a los amantes de la estetica. Como llegamos nos fuimos a cenar a un resto de la esquina de su casa y comimos de lujo comida pedida por el porque no habia forma de entender la carta.

El viernes aprovechamos para dar una vuelta por la ciudad y hacer reconocimiento de terreno. Recorrimos avenidas, fuimos y volvimos en subtes y trenes, pasamos por monumentos historicos y terminamos en la puerta de Brandeburgo que es el acceso al megaparque cerrado que armaron con motivo del mundial. Cerraron una avenida y a lo largo de como 7 cuadras pusieron: dos pantallas gigantes de plasma por cuadra, stands, bares, negocios, juegos, etc. todo hasta llegar a la Columna de la Victoria. Habia un mundo de gente, shows en vivo y nos prometimos volver para ver el partido de Argentina. Cenamos con palitos en un restaurant chino con dos amigas de Robert, luego un par de copas y a dormir.

El sabado fue dia destinado al futbol, asi que tuvimos una continuada de partido de Alemania en un patio cervecero, cena tempranera y partimos con la Noe a ver el partido de Argentina en el centro. En el metro, un mexicano nos regalo una entrada para ver el partido en un estadio Adidas que construyeron para proyectar los partidos, asi que alli fuimos. Comodas, bien ubicadas, vimos el partidos en dos pantallas gigantes en medio de una muchedumbre de alemanes que gritaban me-xi-ko! me-xi-ko! los pobres fans de Argentina eramos solo unos cuantitos, pero igual nos la bancamos! Despues de dos horas de sufrimiento continuado y casi sin voz nos encaminamos a la estacion de metro mas cercana y justo cuando cruzabamos el puente que nos conectaba escuchamos reggae, jolgorio y algarabia y no nos quedo otra mas que bajar y sumarnos a la fiesta en un barcito a la vera del rio. Luego de un par de cervecitas y bailongo ya pudimos partir tranquilas.

19.6.06

La costa azul

Niza, miercoles 21 de junio 2006
La costa azul no me parecio tan linda como me esperaba. Hicimos base en Niza, en la casa de Marco, primo de Matt y desde ahi nos movimos. Marco y su novia Charlotte viven en un caos total y nos hacen acordar enormemente al Nico y la Nati.

El lunes fuimos a Monaco. Lo que me gusta de estas ciudades es que estan construidas sobre las montanas, entonces cuando llegas te encontras con una sucesion de casitas y edificios hacia arriba como un murallon, pero no violento y avasallante, sino mas bien que te contiene y te seduce. Monaco es mucho mas grande de lo que me imaginaba y la parte historica, donde esta el castillo, es un laberinto de callecitas simpaticas en una colina con vista espectacular. Algo que nos llamo la atencion es que todos son lindos, desde el policia hasta el barrendero, asi que fue un lindo deleite visual la estadia en el principado. Ah... al principe no lo vimos... ufa.

El martes toco Cannes, con tan buena fortuna que justo estaba el festival de publicidad. Asi que entramos a ver las graficas y no logre convencer al resto del equipo para ver el resto pero al menos me fui con una buena cantidad de grafica encima y deje mi mensaje de la quinta pata en el libro que van a editar. De ahi dimos unas vueltas por el puerto, que esta lleno de mega yates, veleros y barcos de todos los tipos. Estos europeos si que tienen plata eh? Sacamos nuestros boletos y nos fuimos en barquito a visitar la isla Santa Margarita donde estuvo preso el hombre de la mascara de hierro. La isla me parecio lindisima, con casitas que me hacian sentir en la peli "Divino Ned", con ese aire de lugar en donde la vida pasa tan tranquilamente que no hay tiempo de estresarse. El castillo no tenia nada de particular, icluso tenia mas pinta de fuerte militar que de otra cosa.

Hoy dormimos hasta tarde y despues de comer nos fuimos con la noe al museo de arte contemporaneo, taaaaannnn groso, obras de warhol, christo, etc, etc, etc entre otro monton de obras que decis "listo, lo vi, es solo un cuadrado negro". Despues de nuestra cuota cultural del dia nos adentramos en la parte antigua de la ciudad. De todas las cuidades que hemos visto la parte vieja es definitivamente la que me encanta. Llena de esas callecitas que nunca van en linea recta, con negocitos en los costados, mesas para dos que tientan a sentarse, ropa colgada en la cabeza de unas ventanitas minusculas, con persianas verde que se levantan en diagonal, paredes de colores, descascaradas, con bullicio y acento frances. Hicimos un merecido descanso en la playa sobre las piedras de canto rodado, porque arena no hay ni en figurita, con el mar de fondo color azul celeste; con el agua en los pies y solo en los pies porque estaba heladisima. Con las fuerzas repuestas segui por un rato largo perdiendome y encontrandome, escuchando grupos de musica porque hoy es la "Fete de la Musique" y tocan en todos lados, y me volvi por que a las 9 es el partido de Argentina.

Manana ya salimos a Berlin.

Bajo el sol de Toscana


Sabado 17 de junio 2006
Volver a Florencia despues de tanto tiempo me provoco un monton de sensaciones. El olor de la casa de Matt, la luz que entra por su cocina, el parque del frente, el Arno, la Piazza de Michelangelo de noche; el helado, la pasta, el vino del chianti; son esas cosas que uno guarda en algun lugar de la memoria y despues de un tiempo se olvida de que estan. Pero cuando resurgen, cuando volves a olerlas, sentirlas, tocarlas; te producen algo parecido a las mariposas en la panza que te obligan a disfrutar del momento. Y es lindo volver a un lugar y encontrar su gente y acordarse de los momentos vividos, Ioannis, la nonna, Sandra, Guy, Cecile; a los que se suma la gente que no conocias y que ahora tambien te gustan.

Comidas siempre abundantes, con copas que se vacian y se vuelven a llenar, con aceite de oliva italiano, con pomodori (que aca tienen otro gusto), con discusiones en todas las lenguas, mezcladas, italiano, frances, espanol, algo de griego porque no?, ingles para hacerse entender. Porque lo importante no es la lengua, lo importante son las impresiones de cada uno, las opiniones, las vivencias... y casi nadie habla espanol.

Hoy estamos en Cavriglia; el menu del dia fue asado (con cortes argentinos pedidos exclusivamente por Guy al carnicero del pueblo), en un jardin con aroma a jazmin, sumergidos en la toscana italiana. Todo el mundo deberia poder venir a la casa de Cavriglia, solo para entender de lo que hablo.

Manana, si el papa y dios nos levantan temprano; visita a "gli Uffici" y salimos para Francia.

Volviendo a la occidentalidad


Madrid, 14 de junio 2006
Madrid, muy al contrario de lo que me esperaba me parecio hermosa, llena de vida, amplia, tranquila, antigua, moderna, con todo. Aunque hay un factor que cambia mucho la forma de vivir una ciudad y es la gente que lo acompana a uno en esta aventura.
Nos quedamos en casa de Vicki y Pedro de Jujuy, asi que fue un poco como sentirse en casa. Mismos codigos, mismo idioma, misma comida y eso, creanme que despues de un mes de musulmanidad es una gran cosa.
El modo de conocer la ciudad esta vuelta fue muy diferente a los anteriores ya que, mas que trotamundos con mochila al hombro, guia y zapas comodas para caminar, caminar y caminar; nuestra visita fue mas bien azarosa, a donde alguna voluntad divina nos llevara. Casi siempre fueron bares los que nos brindaron asilo (no por nada dice Sabina que en Madrid hay mas bares que en toda Noruega). Buen vino, buenas charlas y sobre todo buena compania. Es cierto aue eramos un bandon: Noe, Gas, Matt, Pierre, Silvi, Pedro, Vicki y yo; y supongo que por eso la pasamos mas que bien juntos.
Los anfitriones fueron increibles porque, mas alla de estar invadidos por gente que casi no conocian (salvo las Pereyra) fueron super serviciales y nos mimaron y sobre todo nos aguantaron, gracias! Luego, encontrar a mi hermana en estas condiciones en el otro lado del mundo y despues de un mes de ausencia fue, como siempre un placer; y se lo agradezco a mi madre que propulso que hicieramos esto juntas. Con Matteo es mas o menos lo mismo porque es de esas personas que aunque pase mucho tiempo sin vernos el reencuentro es natural, como si el tiempo no hubiera pasado; y lo bueno es que esta vez no vino solo sino con Pierre (su primo) al cual no veia hace tantisimo y que es un personaje muy particular.
Y como todo lo bueno dura poco, se acabo y partimos con la mitad del team a la bella Florencia. El Gas pqrtio triste con la Silvi y nos dejo con todas las ganas de seguir el viaje con el, pauvre petit lapin!

13.6.06

Se acabó




Royal Air Maroc, domingo 11 de junio 2006
A 192 km aéreos de Madrid tengo un mar de sentimientos encontrados, la alegría de todos las experiencias vividas en suelo marroquí se mezclan con la tristeza del fin. De este mes me queda el sabor a cilantro, el olor a té a la menta y a cuero de babuchas, los atardeceres en el mar, el juego de naranjas a la mañana, el cariño de la gente cercana, las miradas penetrantes. Fueron tantas las imágenes y las vivencias que todavía cuesta asimilarlas. Lo más increíble de estos viajes es que uno baja sus barreras y se permite que la sensibilidad aflore para que cada momento sea intenso; y debe ser por eso que se generan lazos afectivos con determinadas personas que a uno lo parten al medio.

Aterrizamos empieza la segunda etapa.

En el tramo final



Casablanca, viernes 9 de junio de 2006
De nuevo en Casablanca; empieza la cuenta regresiva. Llegamos con el tiempo justo para bañarnos e ir a la reunión rotaria habitual. Cenamos con ellos en un restaurante re cheto, con comida carísima que no decía nada.

Salimos hacia Al Jadida al mediodía, nos dijeron que iba a gustarnos y así fue. Es una ciudad portuguesa, con una ciudadela preciosa con vista al mar. La recorrimos junto a un guía contratado por los rotarios. Tranquilos avanzábamos por las calles, sacamos fotos, escuchamos las explicaciones y finalmente nos fuimos a tomar un té a un bar de la playa. Fumamos chicha, tomamos la leche y nos fuimos a bañar para la cena; que estuvo buenisima, con baile y todo.

De marroquí… nada


Agadir, martes 6 de junio 2006
Agadir fue una ciudad portuguesa destruida en su totalidad por un terremoto en 1960 y que se reconstruyó de cero con un estilo mucho más occidental. Orientada sobre todo a los turistas, tiene un hotel al lado de otro, negocios y bares que hacen que uno se sienta más en Miami que en el Mahgreb. Lo más lindo de esta ciudad es la playa, arena fina, agua con buena temperatura, tranquilidad y un clima que se mantiene estable todo el año.

Almorzamos en el mercado con un par de españoles que conocimos en la visita rotaria a una escuela, la comida y la charla estuvieron agradables. Con la panza llena nos fuimos a broncear nuestros cuerpitos gentiles a la playa más cercana y aprovechamos para recuperar las energías; ya que luego de tanta corrida mi cuerpo necesitaba un merecido descanso. Después de la reunión rotaria prevista en un mega hotel cuatro mil estrellas, cenamos con el grupo de españoles en un restaurantito italiano y la pasamos de lujo.

Charlando con Leire (la profe española) nos enteramos que la homosexualidad, al menos en Agadir, es moneda corriente. Los hombres mantienen relaciones con otros hombres, pero si uno les pregunta ellos no se consideran gays, sino que consideran que dado el contexto no queda otra opción. También se prostituyen sobre todo con turistas porque les permite ganar el sueldo de un mes en un solo día. La prostitución no excluye a las mujeres que lo hacen no sólo por dinero sino que también por entrar en un hotel caro, por una cena paqueta, por los papeles o pensando que es una puerta de salida hacia la codiciada Europa.

La visión que da Agadir es absolutamente contradictoria. Ciudad islámica que alberga a mujeres tapadas que caminan junto a mujeres semidesnudas, hombres que se prostituyen para acceder a una vida menos dura, jóvenes que como muchos de nosotros piensan que la salvación está afuera.

A diferencia de la mayoría del grupo, Agadir a mi me pareció “ni”.

12.6.06

¿Querés desierto? ¡Tomá desierto!


El Gran Atlas, lunes 5 de junio 2006
Hoy ya me fue casi imposible levantarme y el solo hecho de pensar que teníamos todo un día de ruta por delante me potenciaba el agotamiento. El objetivo del día era llegar a Beni Mellal a las 6 de la tarde porque nos esperaba un club rotario. Para no hacer el mismo camino de montaña que exigía más concentración, tomamos otro más largo pero que en principio sería más fácil.

Hasta el momento llevamos recorridos 3.400 km que no representan la misma cantidad de horas sino muchísimas más porque las posibilidades de andar a 100 km por hora en esta parte del país son muy reducidas.

Debo confesar que mi idea de desierto implicaba dunas doradas y camellos, idea que comprobé no coincide necesariamente con la de los marroquíes. Como estábamos bastante insistentes con el tema de ver el Sahara, Houssin tomó la decisión de llevarnos hacia Ouarzazate. Sin embargo, al llegar a destino descubrimos que las dunas (“nuestra idea de Sahara”) quedaban como a cuatro horas más de ruta hacia el sur y que sólo se podía ir en 4x4. Por otro lado, como teníamos que llegar sí o sí a Beni Mellal que quedaba para el otro lado, no quedó otra más que guardar las ganas en el bolsillo y dejarlas para la próxima visita; porque además, a criterio marroquí, estábamos en el desierto!

Un desierto muy similar a la puna jujeña, vasto inabarcable, pero sin cactus. Avanzábamos por una ruta secundaria y de pronto sólo estábamos nosotros, la ruta, la inmensidad y una sensación de insignificancia humana absoluta. ¡Esto era el Sahara y no macana! Perdiendo la mirada en el infinito era fácil visualizar las caravanas de nómades atravesándolo, avanzando lentamente bajo el sol ardiente.

De pronto nos desviamos y pasamos al lado de un oasis; son tal cual uno se los imagina, un manchón verde exuberante en el medio de la nada. Terminamos en la Garganta de Todra, una formación rocosa espectacular con muros que se elevan unos 150 metros hacia el cielo. Nos bajamos, nos sentamos en el piso y nos hicimos unos sanguchitos de sardinas regaladas que comimos a las chapas porque estábamos atrasadísimos.

Volvimos a nuestro camino, al rojizo Sahara meridional. Yo iba fascinada con media cabeza fuera de la ventana, intentando abarcar todo lo que mis sentidos me permitieran. De pronto, se levantó una tormenta de arena, el horizonte se perdió en una cortina amarilla y al instante nosotros la estábamos atravesando.
Abandonamos el Gran Atlas para entrar en el Atlas Medio; empezaba a anochecer y el sol naranja le daba una luminosidad resplandeciente a los campos de trigo. El camino zigzagueaba por la montaña y nos obligaba a avanzar lentamente. Llegamos a Beni Mellal recién a las ocho y media de la noche totalmente exhaustos. En el hotel nos esperaban para cenar. Nos bañamos lo más rápido que pudimos y tuvimos nuestra cena rotaria de rigor, por suerte fue agradable y entusiasta.

La puerta del Sahara


Ouarzazate, domingo 4 de junio 2006
Hoy finalmente entramos al Marruecos del imaginario popular. Para llegar atravesamos el Gran Atlas por caminos serpenteantes, caseríos, rebaños de ovejas y un aire fresco que nos permitía volver a respirar después del calor atrapante de Marrakech. El paisaje de montaña me hacía sentir un poco en Yala, otro poco camino al Machu Pichu. Nos detuvimos a comer en un caserío que pendía del barranco. Tres cabritos colgaban de un gancho, el dueño del local descolgó uno y lo trozó con un hacha robusta para luego pesarlo y ponerlo en las brasas. Llovía a cántaros, se respiraba ese olor típico a tierra húmeda mezclado con el olor a humo que salía de la pequeña parrilla. La vida en estos lugares pasa como si el tiempo no contara, todo trascurre a una velocidad diferente a la acostumbrada por nosotros. Seguía lloviendo y las pocas personas que lo presenciaban lo hacían sin prisas. De pronto sonó el llamado a la oración, tan fuerte que seguramente se escuchaba a muchos kilómetros a la redonda; sin embargo nadie se inmutó. Quizás fuera la lluvia, quizás no. Seguimos avanzando, lentamente, parecía que nunca íbamos a terminar de subir.

Luego el panorama cambió de verde exuberante a rojo desértico. La vegetación desapareció y el aire se volvió más tibio. Andando con la vista se perdida en el infinito sólo se percibe un interminable lienzo rojo; pero al hacer foco se descubre un universo escondido, camuflado en la montaña. Grupos de casitas de adobe color punzó en las laderas se confunden se esconden de las miradas intrusas.

Ouarzazate es de esas ciudades del desierto que se ven en las películas. Es acá donde se filman todas las películas que suponen esta temática y donde están situados todos los estudios cinematográficos, ya que parece ser que la luz es ideal. Como llegamos tarde sólo pudimos dar una vueltita mientras oscurecía.

La carrera del desierto


Marrakech, sábado 3 de junio 2006
Para llegar a Marrakech cerca del mediodía nos levantamos recontra temprano y agarramos la ruta. El objetivo de una ciudad por día empezaba a cumplirse y sobre todo a sentirse. Mientras nos íbamos acercando aparecieron las palmeras y el paisaje se asemejaba al Marruecos de la tele. Por primera vez en el viaje sentimos calor, un calor sofocante y denso.

Atravesamos la plaza Bahr el Fna entre encantadores de serpientes, adivinas, mujeres cubiertas ofreciendo tatuajes en henna; la vista era sorprendente aunque seguramente no tan glamorosa como nos habían dicho que era al anochecer. El sol, demasiado fuerte, nos obligó a refugiarnos en el mercado. Al entrar sentí la misma sensación abrumadora de la medina de Fes. Los olores se condensan en la penumbra de los socos, los colores te atrapan, los vendedores te persiguen pero finalmente son menos tolerantes que los de otros mercados y se enojan si preguntas precios y no compras. El tema de la negociación es algo que a tres semanas de estancia acá todavía no manejo y estoy convencida de que las pocas cosas que compré las pagué mucho más caras de lo que correspondía. Almorzamos en el primer piso de un sucuchito que si te ponías a mirar en detalle no entrabas.

En Marrakech iba a ser la única ciudad en la que íbamos a parar en casa de familia, dos varones en una casa, dos mujeres en otra y una mujer en una tercera familia. Como en el sorteo saqué el papelito que decía “solo como un perro” tuve que irme solita pobre mi alma con un buen señor rotario que vino a buscarme. A esta altura del viaje, la sonrisa dibujada y la diplomacia empiezan a exigirme una cuota de energía sobrehumana y lamentablemente no queda otra.

Tras una ducha que me sacó del sopor de la siesta salí con mi familia a dar una vuelta. Marrakech es toda roja pero a mi criterio, sin más atractivos visuales que otras ciudades ya visitadas. Recorrimos los palmares, el sol empezaba a descender, a los lados del camino grupos de tres o cuatro camellos esperaban sin inmutarse la llegada de algún turista que quisiera subirse para la foto; yo obviamente estaba en ese grupo. Nos detuvimos en un complejo con el fin de que yo cumpliera mi objetivo. Subirse a un camello y que el bendito bicho se pare es una experiencia harto bizarra porque tiene una lógica particular. Estando vos arriba, para pararse primero se va para adelante, luego para atrás y después recién se estabiliza; así que mejor agarrase bien. Como estás a una buena altura y el camélido tiene un andar amortiguado, el paseo es agradable. De todas maneras, mi super travesía en dromedario (porque en realidad en África no hay camellos) se pareció bastante a una de esas que hacen en pony los chicos de 4 años y a los cinco minutos ya estaba nuevamente pisando tierra.
A la noche estábamos invitados a la casa de un rotario que hacía una cena en nuestro honor. Llegar a esa casa y ver tanta opulencia ya empieza a relajarme. Comimos al borde de la pileta, con mozos que atendían las tres mesas lujosamente dispuestas mientras un trío tocaba música oriental del fondo. Yo tenía tanto cansancio que no lograba charlar más con nadie, sobre todo porque los temas son siempre exactamente los mismos. Cenamos comida marroquí (muero por unos ravioles!!!) y después bailamos como es costumbre entre esta gente.

La única estancia que tuve en casa de familia me resultó un poco incómoda aunque seguramente por haber sido tan corta no pude llegar a percibir realmente la dinámica de su vida cotidiana.

La ciudad sede del movimiento hippie



Essaouira, viernes 3 de junio 2006
Essaouira me pareció hermosa, playa enorme y de arena fina, una medina amurallada, relajada, con más europeos caminando por la calle que en la misma Europa, pero que le dan a la ciudad una aire más turístico.

Almorzamos en el puerto con los rotarios del lugar y nos fuimos a acomodar al hotel. Ubicado dentro de un callejón semioscuro de la medina al que sólo se logra acceder a pie, el hotelito nos pareció una preciosura. Salimos a pasear. Cada lugar tiene su encanto, cada medina te atrapa y te hipnotiza, cada vendedor te invita a pasar dispuesto a venderte algo a toda costa. Ni los ojos ni el dinero te alcanzan para abarcar todo; es fascinante entrar y ver, charlar, negociar y partir de nuevo. Mientras caminaba por entre los socos me sentí inclinada hacia uno que vendía “chichas” (Narguiles), me acerqué empecé a preguntar precios y terminé fumando con el dueño un tabaco saborizado espectacular, de esos que no probaba desde Canadá y me fui después de un par de pitadas con las manos vacías muy a pesar del vendedor.

Con el atardecer partimos a la playa, metimos los piecitos en el atlántico, caminamos y yo me dejé llevar por la sensación que me producía ese instante en que el sol baja rápidamente, las olas se rompen y te empujan un poquito y el viento salado te roza, despacito, para que todo se mantenga en perfecta armonía.

Día de feria


Tres horas de ruta muy mala pero con una hermosa vista del mar nos llevó rumbo a Essaouira. Viajé como fascinada viendo campesinos trabajando, burros de carga, pueblitos, pozos y más pozos. Una hora antes de llegar a destino nos detuvimos en un pueblo atrapados por la hipnotizante turbulencia de un “souk”. Al “souk” vienen una vez por semana los campesinos de toda la región para vender sus productos; por lo cual uno se encuentra con un aglomerado de tiendas y gente, mucha gente, sobre todo hombres. Siempre que los veo sentados en ronda me pregunto de qué hablaran, es como que los encierra un halo de magia y se me ocurren tantas ideas de charlas a las que no creo que pueda acceder…

El descenso


Safi, jueves 2 de junio 2006

Partimos muy temprano hacia la capital de la sardina: Safi, junto a Houssin que se sumaba a nuestra travesía al sur.


Almorzamos en casa de un rotario. Nos recibieron muy amablemente y no es casual que uno se sienta más a gusto entre gente de las ciudades más chicas. Nos sacamos los zapatos, nos sentamos en el salón marroquí y de pronto entraron dos personas con un gran plato de plata con una tapa en punta; era el cous-cous. La cocina marroquí se presenta generalmente en un gran plato y todo el mundo come directamente de ahí o se sirve en el suyo. En principio el cous-cous se come con la mano, el procedimiento sería el siguiente: se toma una porción de la fuente que entre en la palma y se lo empieza a amasar con movimientos circulares hasta formar una bola; luego se la come. El tema se pone áspero cuando alguno de los anfitriones te ofrece una bola hecha por él (sin palabras), no queda otra más que tratar de dejar la mente en blanco, comerlo y devolver la cortesía con una sonrisa; no hay manera de decir “no gracias”.


Algo que me llama la atención de las casas de los marroquíes es el tamaño. La mayoría son excesivamente grandes y mucho más preparadas para recibir gente que para ser unidades funcionales. Esta por ejemplo, tenía tres salones marroquíes rodeados de sillones, dos cocinas, habitaciones enormes, numerosos baños, otro salón marroquí para ver tele, más habitaciones y un espacio dedicado al jardín es casi nulo. El tema es que si bien esta era la casa de una familia adinerada, aquellas de menos recursos siguen manteniendo al menos un salón marroquí y otro occidental.


Con toda la fiaca de la siesta entramos en una fábrica de sardinas, propiedad de un rotario (obvio); y salimos con un combo de olor a pescado y caja conteniendo 25 latas de sardinas para cada uno. Safi en los ’60 fue el 1º exportador mundial de sardinas. Las latas en nuestra propiedad serían a futuro utilizadas como forma de pago a cuidadores de autos, guías y cualquier otro tipo de servicio que no estuviera registrado de forma legal.

Como Safi también es conocida por la cerámica, nos fuimos a ver una fábrica. Me pareció de menos calidad que la de Fes así que no compré nada. Con la tarde encima nos fuimos a conocer un castillo portugués, ahora museo; con una vista encantadora de la ciudad y de la costa, entre cañones y muros que te transportan a la edad media. Salimos con el tiempo justo para bañarnos y volver a salir, ahora a cenar en un restaurantito muy pintoresco. A esta altura de la noche mi cuerpo ya pedía un recreo y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantenerme despierta en la presentación rotaria. La cena y la charla animada me devolvieron un poco de energías. Afortunadamente partimos temprano hacia el hotel (lindo, lindo) que finalmente no pudimos aprovechar.

Tiempo Perdido

Casablanca, miércoles 1 de junio 2006
Volvimos a Casablanca para luego partir hacia el sur. Los dos días que pasamos en esta ciudad no fueron muy productivos aunque sirvieron para bajar un poco los decibeles. El jueves fuimos invitados a almorzar a la casa de la playa de un rotario en un mega complejo tipo country. Aprovechamos para bañarnos en la pile y descansar. Fuera de eso nada interesante.

9.6.06

Blanco que resplandece


Asilah, lunes 29 de mayo de 2006
Nos levantamos tarde (nos hacia mucha falta) almorzamos en el hotel y nos fuimos a conocer Asila, un pueblito costero a unos 100 km de Tanger. Al principio yo no le tenia tanta fe pero al final terminó sorprendiendome. Es un pueblito amurallado de casas blancas que resplandecen bajo el sol, prolijo, limpio y además, sede de de un encuentro anual de artistas que cada año renuevan los murales urbanos. Me senti más que a gusto y me dieron unas ganas enormes de quedarme por mucho mas tiempo ahi. Lo recorrimos tranquilos, entrando en cada negocito, descubriendo los murales de colores vivos, atravezando el fuerte portugués que tenia una vista maravillosa; terminamos el recorrido en la playa, una de las mas lindas que vimos hasta el momento. Nos mojamos un poquito los pies, sacamos un par de fotos en el atardecer y nos fuimos a tomar una cervecita en el unico bar del pueblo en que la venden. Para esta hora, todo Asilah estaba en la calle, caminando, sentados en los bares tomando té, charlando... este es un fenomeno que me parece fascinante.

De boliche en boliche


Domingo 28 de mayo de 2006
Nuestra estancia en Tanger fue la mas agradable y relajada de todas y donde me senti mas comoda; quizás sea porque fuimos un poco mas libres, o porque el tamjazz daba otro entorno o porque nuestra habitación era enorme, quizas por todo eso.
Cuestión que comenzó la conferencia de rotary y nosotros fuimos solo lo estrictamente necesario, el resto del tiempo lo dedicamos a almorzar en casa de aristrócratas refinados, a tomar el té en casa de otros y a salir de joda. El virenes a la noche tuvimos la cena ofrecida por el rey con bailongo y todo; y de ahi nos fuimos a un hotel a ver el tamjazz. El sábado tuvimos la cena de gala de rotary y de ahi nos fuimos al tamjazz y de ahi a un boliche. Los boliches evidentemente son iguales en cualquier lugar del mundo.

4.6.06

Este es un dia patrio


Tanger, jueves 25 de mayo de 2006
Hoy la fortuna estuvo de nuestro lado. Temprano a la manana nos sumamos a una visita guiada gratuita por la casbah a cargo de un hostoriador y enamorado de la ciudad. Como es el area administrativa de la medina, la visita fue mucho mas relajada sin vendedores asediantes y gente apurada. La casbah tangerina, como San Blas de Cuzco, es uno de esos lugarcitos en que te dan ganas de acomodarte en un rincon para ver pasar la vida. Meterse en ese laberinto blanco que no asusta sino que por el contrario invita a perderse, es una experiencia muy placentera que deberia poder repetirse al menos una vez mas en la vida.

Mientras recorriamos callecitas serpenteantes, de pronto me senti atraida por el sonido de un violin que se escapaba de una puerta abierta. No puede evitar acercarme, despacito, para mirar al interior. Descubri un saloncito en penunbras, con sillones marroquies a ambos lados y un hermoso senor de barba blanca violin en mano. La musica habia cesado, pero en cuanto vio asomarse mi cabeza me sonrio y se dispuso a tocar nuevamente. Como hipnotizada por la musica andaluza que salia de sus cuerdas entre y le saque todas las fotos que me fueron posibles. Cuando termino estabamos con silvi sentadas contemplandolo, el hizo una sena al otro musico que lo acompanaba y comenzo la percusion. estuvimos difrutando este show intimo durante tres canciones y salimos corriendo a buscar al resto del grupo que se habia perdido la funcion.


Como tuvimos la suerte enorme de llegar a Tanger durante el Tamjazz (festival de jazz mas importante del norte de Africa), el recorrido termino en la terraza de un hotel sede del festival. Como buenos argentinos, vimos vino gratis y entramos, y nos quedamos, largo rato, porque habia mucho vino rico marroqui que habia que degustar (una cuestion meramente cultural y no con intenciones jolgoricas, obvio). Y como aca las cosas son opulentas o no se hacen, tambien tuvimos ocasion de degustar gran variedad de pates al ritmo de una banda latina que tocaba Buena Vista. Con la bebida espirituosa en mano y con el sol en el cenit nos pusimos a bailar como locos hasta que los pies nos dijeron basta.

A la noche teniamos la cena de bienvenida de la convencion de rotary asi que todos prolijitos partimos hacia el hotel donde se hacia. El entorno era fascinante, una carpa enorme al estilo arabe, alfombras en los pisos, una banda de musicos que te recibia haciendo redoblar tambores y platillos para anunciar tu llegada, mesas lijosamente preparadas... todo muy chic como era de esperar. La cena estuvo acompanada de odalistas, bailarines orientales, magia, musicos, intercambio de tarjetas y el inolvidable show que nos dio Gaston vestido de odalisca... le salia bien al guacho, jejeje.

31.5.06

Y vimos camellos... vivos????


Tanger, miercoles 24 de mayo 2006
Nos levantamos temprano para aprovechar la manana, sol resplandeciente, desayuno liviano, maya (por fin) y a caminar por la playa. La sensacion de volver a meter los piecitos en el mediterraneo fue mas que agradable. Atras, echados como vacas, cuatro camellos tomaban sol y nos miraban como si la vida no les importara. Igualmente nos acercamos, los tocamos, les sacamos un par de fotos y nos fuimos un rato a la pile del hotel a movilizar un poco los musculos entumecidos.

A mediodia tuvimos visita rotaria y despues nos fuimos de paseo con la esposa de un rotario. El plan: descubrir las Grutas de Hercules, con historia mitologica y todo. Yo me esperaba entrar en un lugar con algo de magia, pero con lo que me encontre fue con una seguidilla de puestitos de boludeces a lo largo de toda la cueva, osea, mistica a la .... Igual nos sacamos un par de fotos para justificar la visita. De ahi salimos rumbo al atlantico, porque Tanger tiene la caracteristica de tener de un lado el maditerraneo y del otro el oceano; la vista una preciosura aunque con un poco de bruma en el horizonte.Terminamos el recorrido en la kasbah (area administrativa antigua), en el hotel Minzah, que es uno de esos tipicos hoteles marroquies de muchas estrellas, imaginen el precio del cafecito que nos tomamos.
A la noche nos juntamos conun grupo de chicos de rotarac en un barcito y de ahi nos fuimos a cenar en la costa, comimos pizza!!!! me hacia tanta falta un poco de occidentalidad gastronomica!!!!

La liberacion femenina, una utopia



Hoy me estrelle contra una realidad que intentaba ser distinta. Luego de empezar a convencerme que el cambio era posible, tuve la oportunidad de charlar con un adolescente culto y de buena familia que me hizo retroceder veinte pensamientos atras. Gracias a el supe que las chicas marroquies no pueden tener amigos varones con los cuales frecuentarse, que ellos solo pueden ir a la casa de una de ellas para pedir su mano y que no esta bien visto que una mujer ande sola por la calle despues de las 8 de la noche (pueden ser violadas o golpeadas o ambas). Escuchar estas palabras de la joven generacion supuestamente mas liberal me dejo con una sensacion horrible en la panza, porque ademas, ante nuestra insitencia en las preguntas, el se fue poco a poco retrayendo, molestando, cerrando, incomodo, sorprendido, bombardeado... cual habra sido su sentencia contra nosotras?
El machismo aca es moneda corriente aun con nosotras, yo no dejo de sorprenderme ante cada situacion en que se divierten poniendonos precio (en camellos) y que nos convertimos en objetos codiciados. No faltaron las oportunidades de que los hombres, aun aquellos mas cultos y respetables, nos invitaran directamente despues de tres palabras a su habitacion o a dar una vuelta en su flamante auto para conocer la ciudad de noche (invitaciones de las que diplomaticamente salimos airosas, pero que de todas maneras me resultan totalmente invasivas). Nunca desde que llegamos fuimos presentadas antes que los hombres de nuestro grupo y siempre el discurso fue condescendiente. Yo tuve que hacer esfuerzos sobrehumanos mas de una vez para que no se me saltara la chaveta ante sus comentarios. Las mujeres aca van por detras de sus hombres y no pueden ser libres, ni mejores, a lo sumo pueden llegar a ser complementarias, porque para que quiere mas libertad si asi todo funciona mas que bien?
Evidentemente la moduwana fue un primer paso y la nueva ley de familia un gran avance que se orienta a insertar al pais en un mundo globalizado, pero para un cambio real en la mentalidad marroqui todavia falta mucho tiempo... ojala llegue "in sh'ala"

Tanjarina viene de Tanger, jejeje


Tanger, martes 23 de mayo 2006
Legamos al atardecer. Tanger viene a ser la puerta de entrada a Marruecos. Separada de Espana por el estrecho de Gibraltar, es una ciudad cosmopolita en la que se habla espanol mucho mas que frances. Grande, moderna, pero mas ordenada que las anteriores que visitamos, tiene un estilo explicitamente iberico. Nos alojamos en el Hotel Tarik, habitacion amplia con vista al mar, playa privada, pileta... un espectaculo, la tarde era ideal. Tras acomodarnos Housini nos esperaba para salir a cenar junto a su hijo Yussef. Como corresponde frente al mar comimos bichos hasta el hartazgo y nos fuimos a dormir contentos sabiendo que ibamos a tener la manana libre.

Un azul que te invade


Tanger, lunes 22 de mayo 2006

Hoy partimos hacia el norte destino a Tanger con una breve visita a Chefchaouen. Pueblito surrealista, minusculo, de casas azul celeste, relajado; es uno de esos lugares de los que uno se enamora y tiene ganas de quedarse a disfrutarlo. Solo tuvimos un ratito para recorrerlo entre callecitas que subian y bajaban, escaleras estrechas, negocitos coloridos; no habia un solo detalle que no tentara, que no provocara a la imaginacion. Si hubiera estado en mis manos, me hubiera quedado en algun rincon con un libro amigable pensando en que esos son los momentos de la vida que compensan todo sopor, todo astio de la rutina.

Como en Suiza

Azrou, lunes 22 de mayo 2006

Hoy partimos temprano hacia Azrou, un pueblito sin muchos atractivos pero en el cual teniamos una reunion rotaria. Para llegar tuvimos que recorrer el Atlas Medio, con una vegetacion tipica de montana, coniferas, flores silvestres y pueblos alpinos como si estuvieramos en Europa o Bariloche. Atravezando el camino costaba creer que estabamos en Marruecos. La reunion con esta gente fue tranquila y relajada; comimos trucha en una linda galeria. Nos ofrecieron llevarnos a ver el atardecer al Sahara, que quedaba solo a un par de horas de ahi al otro lado del Atlas, pero recontrarrelamentablemente teniamos otra reunion en Fes a las 7:30 y nos teniamos que volver... buuuuaaaaaa.....

Llegamos a la ciudad con el tiempo justo para cambiarnos e irnos, pero en el hotel nos enteramos que la reunion se habia suspendido. No hace falta explicar el gusto amargo que nos quedo en la boca tras esa noticia, la tristeza de haber perdido la oportunidad de ver perderse el sol entre dunas doradas y sabor a desierto. Nos sentmos en la terraza, con una vista de Fes inigualable, a ver el sol perderse en la medina mientras nos contentabamos con una buena cervecita fria y una picada fenomenal. A la noche salimos a dar una vuelta con intenciones de encontrar gente en los boliches y pubes de la ciudad, pero despues de una hora de dar vueltas, bajarnos y subirnos nuevamante al auto, llegamos a la conclusion de que en Fes el lunes no es un dia de joda.

27.5.06

Recibiendo la primavera


Meknes, domingo 21 de mayo de 2006

En Meknes nos esperaba una gran sorpresa. Nos encontramos con nuestros anfitriones en un hotel, comme d'habitude, y los seguimos en auto hasta un barrio de las afueras. Meknes es chiquito pero muy pintoresco.

En fila india nos adentramos por un sendero, empezando a disfrutar del aroma a campo, los arboles y del verde que te invade la vista. Con lo que nos encontramos al final de nuestra caminata fue algo encantador: alfombras marrouies sobre el pasto, almohadones, sol, viento suave, gente conversando, todos sentados o recostados, disfrutando. De pronto se sintio un violin, luego un tambor que lo acompanaba, una panderete y mas tambores y mas violines... de pronto, alguien empezo a cantar, era una voz masculina, todos le respondieron. El ritmo era atrapante, no pude evitar acercarme, eran todos hombres sentados en ronda, como abstraidos en otro mundo. El repique de los tambores era cada vez mas intenso, algunos se pararon y empezaron a bailar agarrados de las manos, uno al lado del otro, balanceandose mientras cantaban. Me saque las sandalias y me inserte en su mundo, me tomaron de las manos y tambien baile, hasta intente seguir los estribillos. En ese momento Alä estaba entre nosotros, tambien bailando, porque todos lo invocaban, poraue era una fiesta en su honor, porque era el inicio de la primavera y habia que festejarlo. Seguiamos balanceandonos de un lado a otro, luego los tambores cesaron y nos quedamos con una energia en las manos capaz de mover el mundo. Me calce nuevamente y con el espiritu contento me fui a nuestra alfombra, me relaje, tomamos te a la menta, comimos con la mano, nos conocimos y partimos.

Nos aguardaba la medina, una medina de calles mas anchas que pudimos recorrer en un flamante carro tirado a caballo, era el comienzo del atardecer, la luz se volvia naranja y el aire mas fresco. Mientras avanzabamos dejabamos atras fotos maravillosas, muros centenarios, hombres en chilaba, gente abarrotada en las plazas, porque disfrutan de salir, de sentarse en algun espacio verde y no son diez, ni cincuenta; son cientos de personas atraidas por el ocaso.

22.5.06

Un casamiento fuera de serie


Fez, domingo 21 de mayo de 2006

Para la noche estábamos invitados a un casamiento marroquí, típicamente fassí. Así que nos emperifollamos con vestido de fiesta, tacos, maquillajes, trajes y etcéteras. Cómo explicar este rito... La fiesta se inicia en la casa del novio, pero sin los novios presentes. Todas las mujeres están vestidas con los ropajes típicos, hay una orquesta folclórica, mozos con grandes bandejas que pasan repletas de bocaditos, bebidas, todo en un ámbito muy formal. En el salón central se exhiben los regalos que le hace el novio a la novia: leche, dátiles, oro, agua de azahar, pétalos de rosas, souvenires, henna; cada uno con una función muy específica. Llegando la media noche, todos los invitados se movilizan hacia la casa de la novia, precedidos por los regalos y los músicos; que son quienes ingresan primero. Una vez ubicados en las mesas continúa el desfile gastronómico empezando por lo dulce, siguiendo por lo salado y pasando luego nuevamente a lo dulce. La novia ingresa al salón en un palanquín minuciosamente decorado y sostenido por mujeres. Una vez que fue suficientemente expuesta a los asistentes, los novios firman ante la autoridad civil y se inicia luego, la sesión de fotos mientras la gente baila al ritmo de la orquesta. A lo largo de la noche, la novia se cambia al menos cinco veces, lo cual al ojo occidental pareciera que no disfruta en lo absoluto, ya que el tiempo que no está en exposición, está cambiándose de ropa ayudada por las mujeres que la cargan. Como es un casamiento musulmán no se toma alcohol, se come en demasía, se baila poco y sólo se escucha el repiquetear del ritmo árabe que después de media hora de escucharlo sentís que estás a punto de entrar en trance. De todas maneras el show vale la pena, es totalmente distinto a cualquier cosa que hayamos visto y sobre todo es algo que el turista habitual no logra ver.... Gracias Rafi!

Un viaje a la Edad Media

Fez, Sabado 20 de mayo de 2006
La medina de Fez, es uno de esos lugares que vale la pena ver, porque es de esos lugares que no dejan de asombrarte a cada momento. Caminando por pasillos estrechos, entre el gentío que se agolpa, que se mueve, que hace latir la vida al interior de la medina más antigua del mundo musulmán; uno tiene la sensación de haber retrocedido en el tiempo. Curioseando, con los ojos gigantes, asombrados, que no alcanzan a asimilar todo el fantástico espectáculo, uno se pregunta cómo hacen para vivir 35.000 personas en espacios tan minúsculos que parece imposible. Los recovecos invitan, las puertas seducen, los zocos ostentan; el escenario es voluptuoso, con olores intensos, con gente intensa que grita, canta, negocia... vive. Y hay que ir atentos, a los burros cargados que te rozan porque no hay espacio suficiente para ambos, a los hombres con fardos más grandes que ellos mismos; atentos a no perder el rumbo y perderse, perderse uno, perderse los detalles, los instantes, los rostros, porque a pesar de que ese lugar lleva ahí cientos de años, cada expresión, cada paso que se da en el interior de ese universo fuera del tiempo es efímero.

Una ciudad que late


Fez, viernes 19 de mayo de 2006

Partimos temprano, la ruta con un paisaje no tan diferente de nuestro norte argentino, resultó agradable y calma. Hubo que reducir el equipaje para que entrara en nuestro flamante auto alquilado por nuestros anfitriones. Tras 4 horas de viaje entramos en Fez y nos hospedamos en un hotelito sin grandes atractivos pero prolijo. A nuestro arribo, nos esperaba un buen señor rotario propietario de la farmacia vecina al hotel. Ya acomodados, salimos a descubrir la ciudad acompañados de nuestro guía exclusivo. Un negro de dos metros de alto por dos de ancho que resultó ser un poco mitómano, pero sin perder la simpatía (dijo ser amigo personal del rey entre otras relaciones muy importantes que tiene). Almorzamos muy tarde unos "pinchitos" como les llamó él, que viene a ser un brochette de carne, con la única diferencia de que la carne está especiada al estilo del lugar.

Como ya era bastante tarde recorrimos las afueras de la medina, empezamos por la puerta de entrada más importante, luego subimos hacia un mirador de la ciudad para seguir por unas ruinas merinidas de muy antigua data. Visitamos una fábrica de cerámica en la que nos mostraron el proceso completo de producción y tuvimos ganas de comprarnos todo. A nuestro pobre bolsillo sudamericano todos los precios le parecen excesivos, todo está a precio dólar. Volvimos corriendo al hotel porque, para no perder la costumbre teníamos una cena en casa de nuestro anfitrión en Fez, Sbai. Velada nuevamente marroquí, pero esta vez con aperitivo y buen vino. A esta altura el cuerpo ya no nos daba para más, ni para seguir comiendo, ni para seguir despiertos. Nos acostamos con la feliz noticia de que nos mudábamos a una "maison d'hotes" en plena medina (vendría a ser una casa de familia hotel).

El lugar al que llegamos a alojarnos fue absolutamente sacado de un cuento de Las mil y una noches. Entrando por una pequeña escalera de cerámicos, se llega a un gran hall en penumbras que funciona a modo de tienda de alfombras. Grandes tapices colgados de los muros, alfombras de todos los tamaños, colores y texturas apiladas o bien enrolladas en los rincones, la luz tímida que se colaba por los vitreaux superiores, los tapetes discretos y a la espera de un cliente conocedor dispuesto a negociar con un té a la menta. Para llegar a nuestras habitaciones hubo que atravesar un verdadero laberinto no apto para novatos, enroscarse en estrechas escaleras, recorrer pasillos y cargados salones, volver a subir escaleras; pero finalmente al entrar quedamos fascinados. La casona es muy antigua y muy bien restaurada, con paredes cubiertas de pequeños cerámicos de colores, con techos de madera labrada y pintada por los mejores artesanos del mundo: los marroquíes; con ventanas con vitreaux, con puertas talladas, con terrazas en desniveles que permiten ver la magia de la medina.

Jornada feminista


Casablanca, jueves 18 de mayo de 2006

Un día dedicado a descubrir la visión femenina del Marruecos actual. Durante la mañana visitamos un centro de alfabetización y de formación para la mujer. Viene a ser uno de esos lugares creados a partir de la instauración de la Modwana que tienen como fin capacitar a la mujer para poder formar parte del mercado laboral. Les enseñan a leer, escribir y también costura, bordado, cerámica y bricolage; concurren diariamente unas 1.250 mujeres de todas las edades, separadas en grupos diferentes. Fue muy emocionante escuchar que lo hagan para sentirse útiles, para ayudar a su familia; porque para nosotros es más que obvio, pero para ellas es todo un logro y un avance incalculable en términos del derecho de la mujer. Solamente entrando en contacto con esta gente, escuchando lo que piensan, ingresando en su mundo que uno se acerca a sentir en carne propia esa sensación, esa necesidad de ser alguien, de ser respetada de tener derechos. No hace falta decir que las mujeres del grupo salimos profundamente emocionadas y más de una lágrima se escapó en el momento en que nos estrecharon entre sus brazos cuando abandonábamos el lugar.

Almuerzo en casa de un rotario, típicamente marroquí y en abundancia. Durante la tarde otra visita, ahora a un colegio privado y por la noche; reunión con las Inner Wheel, que viene a ser un club paralelo a Rotary, pero exclusivamente femenino. La velada, en casa de una señora adinera fue super enriquecedora. Comenzó por una charla debate con tres figuras locales reconocidas que hablaron sobre la "Nueva Ley de Familia"; ley que hace avances enormes en términos de herencia, divorcio y que favorece a la mujer y los niños. Entre bocaditos y juego de frutas se terminó el debate para dar lugar al baile, del cual por supuesto formamos parte, un espectáculo digno de ver... el nuestro obvio. Tras el protocolo típico rotariano y un poco acalorados de tanto baile nos fuimos a dormir para, al día siguiente partir hacia Fez.

18.5.06

Pisando suelo Marroquí


Casablanca, Miercoles 17 de mayo de 2006

La primera sensación fue de estar en algún país latinoamericano; el aeropuerto parecía pariente cercano del de Jujuy, una construcción como de los años cincuenta, sobria, clásica y de afuera sin ninguna reminiscencia árabe. Adentro uno ya se siente mucho mas dentro del yugo musulmán, típicos tallados en madera, cerámica, megafotos del rey Mohamed VI. Valija en mano, salimos al encuentro de nuestros anfitriones. Entre la multitud de marroquíes abarrotados en la puerta con cartelitos que mostraban la diversidad de nacionalidades que llegan al país, descubrimos que ninguno decía Rotary, ni IGE, ni EGE, ni Lolo, ni nada que se le pareciese y que nos implicara. Así que no quedó otra que esperar. Lo bueno de tener que hacerlo es que uno se sienta, se relaja y entra en una fase contemplativa en la que es posible descubrir la gente, esas pequeñas sutilezas que los hacen únicos, interesantes y muy pintorescos para el ojo occidental. Bereberes que van, árabes que vuelven, mujeres con velo, mujeres sin, europeos apurados, negros (muchos mas de lo que yo me imaginaba que podría haber), lágrimas, recibimientos, 4 besos para cada uno... y Maxi que iba de un lado a otro intentando conseguir una respuesta para estos cinco pobres argentinos varados en el aeropuerto de Casablanca.

Tras 4 horas de espera, apareció un señor flameando una banderita de Rotary, quien, tras habernos ofrecido todas las disculpas pertinentes de los malos entendidos y con la sorpresa de ver nuestro abultado equipaje, nos amontonó en su flamante VW Bora. En el trayecto a la ciudad, nos enteramos que ellos habian ido a buscarnos el día anterior con rosas, banderas, hurras de Argentina! Argentina! y muchas expectativas... una pena.

En el hotel, 4 estrellas, refinado y agradable, nos bajamos, descansamos un ratito, nos uniformamos y partimos hacia nuestra primera reunión rotaria en el Hyatt Hotel. Gente súper atenta, interesada en nosotros, nos dio la oportunidad de generar un interesante intercambio de ideas y experiencias. Más interesante todavía fue la continuación de la noche que comenzó por una caminata por la costa y terminó en una casa de Mariños con olor a puerto y unos bichos y pescados para chuparse los dedos. Comimos con la mano al estilo marroquí de los diversos platos comunes que nos trajeron, con un buen vinito blanco, chistes en francés, té a la menta y toda la amabilidad de nuestros anfitriones Houssini (dentista) y Abdelrafi (cirujano cardiovascular).

Ayer martes, nos levantamos como a las 10, con un sueño atroz y con la sensación de haber dormido muuuuy poco; no quedó otra más que echarle la culpa al "decalage horaire". Partimos hacia nuestra segunda visita a un club rotario, también en hotel 5 estrellas, para almorzar entre formalidades, presentaciones, raccontos y fotos oficiales. Les contamos sobre Argentina, les hicimos probar el mate (a ninguno le gustó), intercambiamos banderines y nos fuimos a conocer el resto del hotel que por supuesto era una mononada. La tarde transcurrió en el descubrimiento del comercio marroquí. Primero, la vieja medina, en donde se encuentra uno de sus típicos mercados. Recorrimos callecitas, negocios repletos de encantadores objetos, degustamos una cantidad enorme de variedades de aceitunas, miel, manteca para cous-cous, agua a rosas; vimos montañas de especias, alfombras, babuches (zapatos puntudos típicos) y sobre todo la dinámica de la vida cotidiana. Gente ocupada en sus tareas, gente que nos hablaba, gente que nos miraba... gente.

Terminado el paseo nos encaminamos hacia el mercado Corea a activar nuestro celular. Creo que no hace falta aclarar cual era el rubro del mercado. Llegar a ese lugar me hizo sentir en el corazón de Bolivia; toldos de colores, pasillos sin fin, electrónica, ropa, comida... encabezados por Houssini atravesamos la feria, doblamos, seguimos derecho, esquivamos personajes dudosos y nos encontramos con el clásico activador, vendedor, comprador de celulares de origen no fiscal. Resultó ser que los dos celulares que teníamos disponibles fue imposible activar, por lo cual nos vimos en la obligación de comprar uno nuevo a precio súper especial para argentinos. Una vez conectados con el mundo, volvimos a la vieja medina a comer la famosa "viande achee" al aire libre en un puestito del mercado. Como bien sabemos los viajeros de bajo presupuesto, donde mejor se come es en el mercado, joder! La "viande achee" viene a ser una carne molida asada especiada que te que la sirven con más especias para poner a piacere. Lo interesante de nuestra cena fue que la misma fue comprada en la carnicería y para ser asada luego en el puesto de al lado. Manteles de hule, té a la menta, movimiento de gente... porque Casablanca vive de noche, comimos bien, entre cabezas de camellos y cortes de carne que nos rodeaban. La noche terminó con un recorrido motorizado por la Casablanca adinerada, moderna y típica de cualquier gran ciudad. Resulta interesante ver el gran contraste que hay entre ambos sectores de la ciudad, con diferencias económicas más que evidentes, factor que suma al Maghrib a la larga lista de países tercermundistas.

Descubriendo el Maghreb


Casablanca, lunes 15 de Mayo de 2006

Partimos, tantos meses de espera llegaron a su fin casi sin darnos cuenta. La vorágine de los preparativos quizás no permitió que alcanzáramos a realizar la gran aventura en la que estábamos a punto de embarcarnos. Finalmente ante la sensación de oídos tapados, y la voz de "Bienvenidos al vuelo AR 2533 con destino a la ciudad de Buenos Aires", la partida era un hecho.

Nuestra corta estancia en Buenos Aires simplemente sirvió de trampolín hacia el viejo mundo. Cerca de la media noche, cafecito de por medio con la joven familia Pereyra, nos pusimos al tanto de las novedades. Y aunque la conversación se extendió mucho mas allá de los que nuestros cuerpos agotados permitían, siempre me llena de alegría volver a ver a mi hermano.

Pasajes en mano, con cara de sueño y gusto a desayuno de hotel subimos al avión; rogando que me tocara ventanilla. No solo mis plegarias no fueron sentidas sino que pareciera que algún santo me hubiera castigado por algún pecadillo cometido y me mandó derechito al medio del pasillo central desde el cual no se veía ni media nube.

Las horas interminables de vuelo intentaron ser superadas entre charlas, siestas, comidas, películas malas, truco, preparación de presentaciones y por supuesto mate. No hace falta remarcar que después de la décima hora en el avión darías tu vida por un masaje, una caminata o cualquier cosa que te permita estirar un poco los músculos entumecidos, cosa que intentamos lograr en medias por todos los medios disponibles. Imagino habrá sido un lindo espectáculo ver al sector femenino de IGE en pleno pasillo, en una clase colectiva de stretching, revoleando brazos y piernas para todos los lugares posibles ante la mirada desconcertada de los pasajeros de la zona.

Tras 11 horas y medio de vuelo, aterrizamos en Barajas (Madrid). Como explicar la belleza de ese aeropuerto, un techo de serpentinas ondulantes que se divierten y juegan con los colores a lo largo de interminables pasillos. Con mucha más cara de sueño que el día anterior, tras una lavada de cara, dientes, puesta de uniformes y altercado con la cajera de un bar, volvimos al aire, ahora sí con vista aérea del paisaje. De Barajas a Casablanca, sólo una hora y pico de vuelo.

27.4.06

¿Quien tiene la razón?


"Hay razones del corazón que la razón no entiende"... y cuántas veces uno se habrá batido a duelo con esta frase. Cuántas veces habrá intentado autoconvencerse de que en realidad el hecho de ser un homosapiens del siglo veintiuno lo obliga a uno, en alguna manera, a ser obligatoriamente racional.

El problema pasa a mayores cuando, despúes de haberle dado tiempo al tiempo, uno se da cuenta de que el corazón hizo caso omiso del dictamen de la razón y sigue ahi como si estuviera en Júpiter sintiendo lo que se le canta. Obviamente llegado ese momento la razón se crispa y en una explosión de ira le descarga unos 220 al corazón para ver si así reacciona. El corazón, que a esta altura uno empieza a pensar que es medio bobo, se estremece con semejante descarga pero le sonrie agradecido. Ahora puede latir más fuerte, más rápido, puede sentir más, hincharse, palpitar.

La razón desespera, le grita, se rinde... se rinde porque sabe, ella siempre sabe. Sabe porque le enseñaron a saber que si no puede contra su enemigo es mejor que se una a él. Que a los locos y a los tontos hay que darles la razón y piensa que el corazón evidentemente es tonto, pobre... Lo entiende pero no lo soporta y por eso vive desesperada, pensando. Lo que ella no sabe es que el corazón no es tan tonto como ella piensa, sino simplemente sordo y no tiene modales, pero lo más significativo es que a él nunca le enseñaron a pensar.

15.4.06

Taquicardia

Intuía que estaba e igualmente tenía la necesidad imperiosa de entrar, de ver, de experimentar la sensación. Apenas cruzó el umbral sintió la presencia, el corazón empezó a latir con fuerza, sabía que debía enfrentar la situación. En el camino hubieron distracciones que, sin embargo, no sirvieron para calmar el palpitante destino de lo inmanejable. Voces que sonaban, risas, vacío; sólo se concentró en encontrar la calma donde era inhayable y se volteó. Ahí estaban unos ojos que casi no se atrevió a mirar, luego fue una vorágine de sucesos automáticos, acercarse, saludar, reir, trivialidades, incoherencias, sólo una fachada. Hubiera bastado una mirada conocedora para descubrir todo lo que en realidad había adentro, para derribar ese mentiroso muro de apariencias. Pero era evidente que nadie estaba dispuesto a asumir el riesgo, porque en realidad no tenía sentido hacerlo. El ritmo aturdido del inicio se había convertido en un feroz contorsionismo interno. Se volvía inminente saborear la derrota, pero no era tan simple. Estar ahi desestabilizaba el mundo, lo sabía y lo usaba como amuleto, quizas porque siempre le gustó hacerlo. Sabía donde radicaba su poder, no dudó en usarlo. No sabría precisar si funcionó, los resultados siempre fueron confusos. Lo que sí supo es que necesitaba acabar con todo, aunque una fuerza poderosa lo impidiera. Finalmente fue la fugacidad de la convicción quien le ganó de mano y se escabuyó entre la gente, para no volver.

11.4.06

Clase de Baile

Uuun, dos, tres, uuun, dos tres... hay que coordinar, lo cual no es cosa facil y hasta que se haga automático hay que esperar y repetir y repetir y repetir. Perdón, ¿te pisé? perdí el ritmo, ahí va; uuun, dos, tres, uuun, dos tres... ¿Hace mucho venís a la clase? Ahhh con razón te sale tan bien, a mí me cuesta un poco todavía, pero recién es mi tercera clase. Es re linda esta música, me hace sentir bien y me permite desenchufarme un poco. ¿Tenés planes para después de la clase? ah, entiendo, sí, sí no te hagas drama; ups! Perdón de nuevo, esperá un segundo, uuun, dos, tres, uuun, dos tres...